En la ciudad gaditana de San Fernando, situada a unos kilómetros de Conil y a pocos minutos de la capital, se encuentra un lugar que conserva su función después de muchos siglos de actividad, se trata de las salinas.
Estas fábricas de sal, que dan fama mundial a la bahía de Cádiz, se crean de manera natural. El fuerte calor que el sol produce durante el verano hace que el agua del mar, que con las mareas entra en los caños, se convierta en sal al evaporarse. Luego, se va cristalizando en salinas donde, acabado el proceso de evaporación, se almacena.
Unido a la salina se encuentra el estero: depósito del agua que más tarde se utilizará en la salina, y lugar en el que se crían distintas especies de pescado como la dorada, lenguado, anguila, etc. Los peces entran de forma natural en el estero donde son capturados a través del tradicional despesque. Posteriormente, se cocinan sobre leña, como manda la tradición.
En San Fernando se encuentra la Salina de San Vicente, una de las pocas que siguen produciendo sal de forma artesanal en nuestra provincia desde la época de los romanos. En esta salina también se dedican al despesque de sus esteros, a la venta directa de sus productos, además de ofrecer la posibilidad de celebrar eventos en sus instalaciones.
La sal desde antaño ha sido un elemento básico en nuestra vida cotidiana, tanto es así que antes de que existiera el frigorífico era esta la que permitía conservar nuestros alimentos. Su importancia incluso quedó reflejada en nuestra lengua. Así, la palabra “salario” proviene de ella, ya que la sal llegó a convertirse en un medio de pago durante la época romana.
Glosario:
Evaporarse: convertirse en vapor un líquido.
Almacenar: guardar cosas en cantidad.
(La) leña: trozos de madera para hacer fuego.
Antaño: en tiempo pasado.
(El) salario: dinero que recibe una persona por su trabajo.
Basado en: http://www.islabahia.com/02sanfernando/009salinas.as
Fuente gráfica: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:San_Fernando_-_Salina_de_San_Vicente.jpg